Desde hace seis meses, se ha advertido sobre la caída de los precios de los minerales en Bolivia, que ahora se ha extendido al gas. La situación económica ha llevado al Gobierno a considerar el uso de reservas internacionales para enfrentar una posible crisis, pero esto revela la falta de un plan económico sólido. La disminución de los precios de minerales como el estaño, que podría llevar a la quiebra de empresas estatales como Huanuni, afecta severamente las regalías e impuestos, reduciendo los ingresos del Estado.
A pesar de que Bolivia tiene un importante volumen de reservas, depende en gran medida de la recaudación interna. Además, la política agraria favorece a las grandes transnacionales, facilitando la deforestación y la explotación de recursos en áreas protegidas e indígenas. La situación actual plantea un cambio estructural en la minería, amenazando al sector estatal y dejando a las comunidades indígenas vulnerables ante la expansión de actividades extractivas.