En América Latina, el proceso de «descentralización» avanza, transfiriendo competencias de los niveles centrales a los intermedios y locales. Sin embargo, esta transferencia no solo incluye competencias menores, sino también la potestad sobre recursos naturales, medioambiente e inversión extranjera, afectando los intereses de la sociedad en su conjunto. Como resultado, los Estados nacionales ven reducida su capacidad para ejercer soberanía sobre el territorio y los recursos.
Este fenómeno responde a una tendencia del capitalismo actual, donde el flujo de capitales se orienta al control de recursos naturales en los países del sur. Las naciones latinoamericanas y africanas son vistas por el capital transnacional principalmente como proveedores de recursos y materias primas.