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La pedagogía del oprimido treinta años después[1]

PAULO FREIRE[2]

 “El discurso llegó (…) afirmando, entre otras cosas, que la historia se terminó y que la historia que está ahí no es la historia que estaba y ni siquiera es la continuidad de la historia que estaba.  (…) Es un discurso donde no hay más lugar para las ideologías, no hay lugar para las clases sociales y, por lo tanto, no hay lugar para los conflictos, para la lucha de las clases. Y si no hay clases sociales y lucha de clases, se acabaron los polos antagónicamente contradictorios. Todo es la misma cosa. Y si todo es la misma cosa, por ejemplo, no hay por qué no creer  que un político reaccionario cambió; cambió para mejor porque suavizó o matizó el discurso, porque habla de temas supuestamente modernos, aunque su práctica siga siento autoritaria y discriminatoria”…