La percepción popular en Bolivia considera que el capital extranjero llega principalmente para explotar recursos naturales y aprovecharse de la población. A pesar de esta visión, una minoría defiende la inversión extranjera directa (IED), argumentando que es beneficiosa para el país, especialmente en el sector hidrocarburífero.
Sin embargo, esta opinión está respaldada por datos erróneos y críticas a la eficiencia estatal, predominando en medios de comunicación, ONGs y círculos académicos.
La narrativa oficial sostiene que Bolivia no puede prescindir de la IED, a pesar de la desconfianza generalizada entre la población.