Para entender el desarrollo desde la perspectiva indígena, es crucial reconocer que su cosmovisión difiere radicalmente de la occidental.
En lugar de un enfoque lineal de desarrollo, que va de la subdesarrollo al desarrollo, los pueblos indígenas manejan una visión holística que busca crear las condiciones materiales y espirituales para alcanzar el “buen vivir”, la “tierra sin mal” o la “vida armónica”.
Para estas comunidades, todas las acciones humanas están interconectadas con elementos como el conocimiento, códigos éticos, valores humanos y una visión de futuro.
Así, el «buen vivir» se convierte en un proceso en constante construcción, no un destino final. Además, conceptos como riqueza y pobreza no se definen por la acumulación material, sino que para ellos, la pobreza se relaciona con el sufrimiento, entendido como la falta de acceso a los recursos de la biodiversidad.
La relación que los pueblos indígenas mantienen con la naturaleza y su conocimiento de esta es fundamental para evitar el sufrimiento. Un desequilibrio en esta relación puede llevar a una comunidad a experimentar condiciones de padecimiento, lo que es considerado el verdadero indicador de pobreza desde su perspectiva cultural.