La riqueza metalífera existente en la Chiquitanía, no se circunscribe a la producción de oro en la mina Don Mario ni a las reservas de hierro en El Mutún. En sus entrañas también hay platino, plata, cobre, zinc, estaño, níquel e, incluso, uranio y tierras raras. A la fecha se tienen identificados 62 depósitos mineros, lo que determina que, a futuro, las actividades mineras sean más preeminentes en la zona.

¿Siendo la minería una actividad contaminante y dañina para los ecosistemas, valdrá la pena explotar los recursos minerales de la Chiquitania? ¿De explotarse dichos recursos mineros, en qué condiciones favorecería esa explotación al páis y la región chiquitana?

Si bien la Chiquitania no es una región minera, la explotación de oro en la región, exceptuando algunas labores artesanales y esporádicas, data de mediados de los años 90.

Los datos estadísticos oficiales enseñan que en el periodo entre 2000 y 2019, se han extraído de la Chiquitania 25,9 toneladas de oro por un valor de 746,4 millones de dólares. Entre 2004 y 2009 la producción de oro en la Chiquitania llegó a representar en promedio el 26% de la producción nacional, mientras que en años previos y posteriores osciló entre el 5% y 7%. Sin embargo, la cantidad de oro producido en la Chiquitania debe ser mayor, en primer lugar, porque la producción del área de San Simón, que es parte de la región, aunque políticamente es parte del Beni, es consignada a dicho departamento. En segundo lugar, porque en la región, en particular en San Ramón, existe min

eros artesanales e ilegales, cuyas operaciones no son reguladas y cuya producción no es contabilizada.

Toda la actividad minera realizada en la región Chiquitania ha generado 1.160 millones de dólares en el periodo 2000 – 2019. De ese total, las regalías otorgadas a la Gobernación de Santa Cruz y a los municipios chiquitanos solo ha sido de los 66,5 millones de dólares, que es equivalente al 5,7% del valor de los minerales.

La explotación de oro en la Chiquitania, en el lapso de 20 años, ha generado un ingreso de 746,3 millones de dólares, y solo han dejado 41,9 millones de dólares como pago de regalías.

Para justificar la distribución tan desproporcionada de los ingresos generados por la minería, se arguye que los montos invertidos y los costos operativos en el sector son muy elevados, tanto que el establecer alícuotas de regalías por encima de las establecidas en la actualidad, convertirían en inviable cualquier operación minera.

Empero, la evidencia que existe respecto a las finanzas de las operaciones mineras, aunque poca, desmiente este argumento. La información financiera sobre la Mina Don Mario, da cuenta que sus inversiones iniciales a principios de la década del 2000 (Orvana Minerals Corp., 2003), fueron muy bajas (por ejemplo, la construcción de la mina tuvo un costo de capital de 19 millones de dólares), comparadas con todo el volumen de negocio generado en los últimos 20 años

por dicha empresa. La cual es, de acuerdo a su gerente, es responsable de generar el 90% del valor de producción minera en la Chiquitania (COMIBOL, 2018).

Siendo más específicos, es claro que las condiciones en que la explotación minera beneficia a los operadores y, en específico, a la Gobernación de Santa Cruz y a los Municipios chiquitanos, no es conveniente para estos últimos. En cuanto a la explotación de oro, por ejemplo, tómese en cuenta que, en 20 años, los operadores mineros se han quedado con 746,4 millones de dólares, en tanto que las instituciones estatales han recibido, en el mismo periodo, solo 41,9 millones de dólares. Monto, este último, insuficiente para mejorar la calidad de vida de la población chiquitana, construir caminos comunales, encadenar e integrar otras actividades productivas y, por supuesto, monto por completo insuficiente para lidiar con los pasivos mineros dejados por las empresas.

Depósitos mineros en la Chiquitania