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Durante la década de 1990, la producción de baterías ion-litio para la creciente industria de la electrónica portátil (telefonía, audio, computadoras), incentivó nuevas investigaciones destinadas a optimizar su funcionamiento e incitó a las empresas automotrices a optar por esta tecnología en la carrera por el desarrollo de los futuros vehículos eléctricos (Kesler et al, 2012).
Las expectativas respecto de la explotación de este mineral son elevadísimas especialmente en un contexto de la necesidad global de reducir emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia en el uso de combustibles fósiles.